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55 años educando a San Cristóbal (Parte 1)


El colegio se siente tranquilo y vacío, incluso un poco frío, a pesar del sol intenso de las tres. Los estudiantes salen de su hora de clase caminando despacio, no se toca una campana o timbre por directriz del coordinador Diego Londoño, según él, para evitar contaminación auditiva. 

Al reparar en los detalles de la edificación, en su estructura robusta y, desde lo que se puede observar, bien cuidada, pareciera que el plantel ha estado funcionando desde hace 55 años. 

Sin embargo, de acuerdo con el sitio web de la institución, la escuela fue creada por la Ordenanza Departamental 031 el 4 de diciembre del año 1965 y comenzó con sus actividades académicas el 26 de abril de 1966, al principio con 36 estudiantes en sexto grado o, como antes era nombrado, primero de bachillerato. 

Antes de que el colegio estuviera en la sede actual, al lado de la UVA Mirador de San Cristóbal, se instaló en varios lugares. El primer plantel se ubicó donde hoy opera el comando de policía del corregimiento y después en 1967 se trasladó a una propiedad de la parroquia de San Cristóbal, actualmente allí funciona el Centro Educativo Integral Bucarelly. 

Para finales de los 90 comenzó a construirse la sede actual del colegio, los terrenos en los que se ubica fueron expropiados por incumplimientos en el pago de impuestos. 

El rector, José Charles Vélez Betancur, comenta que entre profesores, alumnos y hasta padres de familia ayudaron a realizar el trasteo, cargando desde el Parque de San Cristóbal todo lo que no cabía en los camiones, como sillas y cosas personales.

La infraestructura se inauguró durante la administración de Luis Pérez Gutiérrez (2001-2003). Fotografía tomada por: Jhon A.


Con respecto al ámbito académico, en 1967 se convirtió en un liceo mixto con la licencia de funcionamiento nro. 3571, para ese entonces ya contaba con 207 estudiantes. La primera promoción de bachillerato se graduó en 1971.

Se resalta que durante la estancia de la institución en su segunda planta física, al lado de la iglesia, se creó el colegio Manuel Cano Rico con un énfasis especial en  la población adulta de la comunidad, su horario se daba en una tercera jornada. 

De todas formas, en el 2002 se determinó la integración de ambos colegios por la resolución 16325 y así se consolidó lo que hoy se conoce como la Institución Educativa San Cristóbal.

En el 2003 ya existían dos grupos de preescolar y catorce de básica primaria. Así mismo, se dio la apertura a la media técnica con la Especialidad en Sistemas y Programación. 

Durante la primera década de este siglo se abrieron nuevos programas, como el de Aceleración de Aprendizaje, para los estudiantes en primaria con extraedad y el programa Procesos Básicos a través de la Fundación Golondrinas, enfocado en alumnos de primaria con dificultades en Matemáticas y Castellano.

Incluso, el colegio inició su proceso de calidad y certificación con el ICONTEC, esto gracias a la implementación del Sistema de Gestión de Calidad en seis procesos: lo directivo, las admisiones y registros, el aspecto académico, la mejora continua, la parte financiera y lo comunitario. La certificación se renovó en el 2013 y en el 2015.

“¡Uy, qué colegio tan grande! No le encontraba donde empezaba y terminaba”, esta fue la primera impresión que tuvo la profesora Valentina Vélez, quien da clases desde abril de este año. Fotografía por Jhon A.


Según Magda Patricia Zapata Marín, coordinadora académica con quince años en la institución, del colegio se han graduado aproximadamente 45 promociones. ¡Cuarenta y cinco generaciones!, unas cinco mil personas, eso sin contar a quienes han pasado por la institución sin necesariamente graduarse. 

Son miles de jóvenes los que se han atiborrado en la entrada del plantel, recorrido los pasillos verdes y naranja claro, bajado y subido las escaleras de caracol, recibido clases en los salones, jugado en las canchas, sentado en las mangas y, por supuesto, han vivido un montón de experiencias valiosas en su formación como personas. En la actualidad, 1800 jóvenes reciben clase en la institución.

Además, el liceo más que un centro educativo es un lugar de encuentro para toda la comunidad. Muchos tienen su puesto de votación allí, se toman decisiones sobre el Presupuesto Participativo, se escogen representantes y se realizan diferentes tipos de eventos.

En los últimos años la institución ha tenido varios cambios, uno de los más significativos ha sido la permanencia del rector actual, esto de acuerdo con Carlos Tulio Franco Duque o Tulito (como le dicen de cariño), profesor de Educación Artística y Cultural, quien lleva 16 años dando clase en el colegio. 

El profesor Carlos Tulio Franco en el aula de Educación Artística y Cultural, además es uno de los docentes encargados del Programa de Alimentación Escolar (PAE). 
Fotografía tomada por Brahian Sánchez.

Antes los rectores solo se quedaban uno, dos o tres años, lo que impedía llevar un proceso continuo, según Franco la continuidad posibilitó el desarrollo de actividades con mayor cuidado y elaboración. Agrega que el trabajo se evidencia en los procesos de certificación y la mejora que nota en lo académico y disciplinario.

Para la profesora de Lengua Castellana, Norma Carvajal, las transformaciones se notan en la calidad de la educación, la infraestructura y en el ámbito tecnológico. Sin embargo, con la pandemia se hizo notoria la falta de más equipos y de una mejor conectividad para los estudiantes.

Así mismo, la profesora Norma resalta el cambio generacional que se ha venido dando con los docentes, lo que refresca la educación. Los maestros nuevos suelen traer nuevas ideas y tendencias y eso contagia al resto e incluso a los mismos estudiantes.

Por otro lado, los cambios no son solamente desde la institución y los profesores, sino también desde los mismos alumnos, quienes se renuevan cada año, están en constante crecimiento —mental, físico y emocional— y sí que imponen tendencias cada tanto. 

El cumpleaños del colegio se celebra la tercera semana de octubre por cuestiones de presupuesto, fecha que coincide con la Semana de la Convivencia. Fotografía por Jhon A. 

Al respecto, Norma Carvajal opina que los jóvenes de ahora son muy distintos, cuenta que antes el adolescente era más tímido, callado y más obediente, ahora los estudiantes «son más contestatarios, más críticos, son más analíticos, a mí me encanta eso. Inclusive yo les digo mucho que sean críticos, no criticones (…), que seamos críticos del sistema, de la política, de la economía del país y del cambio que deben generar». 

Aun así el estudiantado del corregimiento es diferente al de la ciudad y tiene sus características particulares. El docente Carlos Tulio comenta que en general la institución cuenta con unos alumnos muy vitales y considera que los conflictos que se presentan en otros espacios de la ciudad no los afectan directamente, sin negar su existencia. 

En parte lo atribuye a la cultura campesina: «Hay una forma de ver la vida un poco más calmada a la que impone la vida urbana en las ciudades. Entonces los jóvenes de la institución son muy vitales, creativos y tienen unas competencias sociales y humanas que son de valorar».

Algo similar expresaron las maestras de Lengua Castellana y de la media técnica en Conservación de Recursos Naturales, Valentina Vélez Suárez. Mientras que el rector resalta: «Los muchachos de aquí son los mejores muchachos que he tenido, como estudiantes y, sobre todo, como seres humanos. Son muy receptivos, respetuosos que, a pesar de todo, quieren estudiar y salir adelante, son muy solidarios y muy abiertos». 

No obstante, un problema recurrente ha sido el correcto uso de las redes sociales, pues se han presentado inconvenientes por matoneo y suplantación de identidad, algo que han aprendido a sortear. También se mencionaron aspectos de desmotivación escolar y poco acompañamiento de los padres de familia a los jóvenes.

Reportería: Maria Daniela Gamba, Juan David Oquendo, Brahian Sánchez Vélez y Daniela Uribe Naranjo. 

Redacción: Daniela Uribe Naranjo.

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