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ALPUS: Una invitación a volver al pasado

Represión a la vuelta de tu casa
represión en el quiosco de la esquina
represión en la la panadería
represión 24 horas al día. —Los Violadores, 1983.

Con la combinación de cuadros y pinturas, las paredes en ladrillo, las sillas y mesas de madera, la iluminación baja y la música que todos tararean y cantan mientras comen o toman licor, ALPUS parece una cápsula del tiempo del siglo pasado. Muchos de sus clientes de esa época aún frecuentan el lugar, han llevado a sus hijos y también a sus nietos, convirtiendo al sitio en un espacio muy familiar y de tradición.

En esa diminuta curva entre el colegio Presbitero Juan J. Escobar y diagonal al
Cedezo, se ubica hace casi 38 años ALPUS Restaurante bar. La idea de negocio se materializó el 17 de septiembre de 1983 y el nombre se debe a la unión de los apellidos de su fundador: Francisco Álvarez Pulgarín, pero como ALPUL no era un nombre tan llamativo, se le añadió la “s” para que rimara mejor.

Al principio, ALPUS solo era un pequeño bar —una tercera parte de lo que es
ahora— y contaba con dos símbolos representativos de los bares de la época en Medellín, el reconocido actor Charles Chaplin y la caricatura de la Pantera Rosa. Con el tiempo, como se puede apreciar en la decoración actual del lugar, la figura de Charles Chaplin se impuso y quedó como único símbolo; además, fue por practicidad y estilo, pues tener dos personajes era más complejo y la figura rosa era más utilizada en bares gays.

Sin embargo, en una que otra pieza visual todavía se puede apreciar a la Pantera Rosa e incluso cuando el establecimiento está a punto de cerrar suena el tema musical de la caricatura. El ‘taran… taran’ sirve como aviso de despedida para los clientes, señal que “la vieja guardia”, como dice el administrador actual José Duque, reconoce.

Un aspecto importante del ambiente que predomina en ALPUS se debe a la música
de los años 70 y 80, principalmente el rock y la música social/protesta. Durante
dichas décadas gran parte de las dictaduras en América Latina estaban llegando a su fin, de hecho, el mismo año de la creación de ALPUS terminó la dictadura en Argentina.

Algunas de las canciones que pueden sonar en el lugar actualmente: https://www.youtube.com/playlist?list=PLeOE9-nLGeQWh4foMQUPZBxdjZPI6XDoV

Los géneros musicales mencionados, que pueden escucharse fácilmente en el local, nacieron como movimientos contraculturales a lo que se vivía en los regímenes dictatoriales de Latinoamérica, música cargada de crítica y conciencia social. Algunos de sus exponentes son: Silvio Rodríguez, Violeta Parra, Los Prisioneros, Mercedes Sosa, Ana y Jaime, Charly García, entre muchos otros.

En algunas ocasiones ALPUS ofrece música en vivo, en la imagen el grupo Sesión Acústica, diciembre de 2020. (Fotografía cortesía de ALPUS).

Este ambiente ha diferenciado por mucho tiempo a ALPUS de otros bares del corregimiento en los que se escuchaba música de cantina, salsa y vallenato, tanto que parte de la población percibía en ALPUS un lugar de reunión más para intelectuales, pues hay personas que solo van al lugar a leer y tomar café.

Con el tiempo el negocio se ha expandido en espacio, música (con más tinte pop) y
productos que ofrece y, por lo tanto, también en su razón social, añadiendo el
“restaurante” a su nombre y ampliando el público que puede consumir allí hasta
menores de edad.

La parte gastronómica se amplió con ayuda de José Miguel Rivas, dueño de Battiato y de lo que era Carbón y Pimienta, con lo que ALPUS se potenció y pasó de ofrecer tres alimentos a treinta. José Duque expresa que la especialidad del local son los champiñones y está seguro de que en ningún lugar en Colombia los preparan como
en ALPUS, es una receta exclusiva del negocio, realizada por él y Eumelia
Monsalve, quien también trabajó allí.

Aniversario número 28 de ALPUS, fotografía con todo el equipo de trabajo del año 2011
De izquierda a derecha: Óscar, Osman, Daniela, José, Wilson, Adriana y Juan. (Fotografía cortesía de ALPUS).

Incluso, los mismos empleados se sienten como parte de una familia. José Duque, antes de ser el administrador trabajó en el lugar como mesero y en la cocina desde el 2002 hasta el 2013, cuenta cómo los niños que atendía en los 2000 hoy son adultos y llevan a sus familias.

José Duque, empleado (2008). Estudió Gastronomía y es biomédico, rol que
desempeña en el día, mientras que en la noche administra ALPUS. (Fotografía cortesía de ALPUS).

La mayor expectativa de José con el negocio a corto y mediano plazo es
estabilizarlo, pues las pérdidas han sido millonarias debido a la pandemia del
covid-19 y el Paro Nacional.

De igual forma, manifiesta que hasta ahora no han recibido alguna ayuda por parte del Gobierno y los domicilios no han sido suficientes, las personas prefieren a ALPUS más que todo por el ambiente y su atención. Además, tuvieron que invertir en la adaptación del negocio según las normas de bioseguridad requeridas para poder abrir y el propietario del negocio, Wilmer Rueda, se vio en la obligación de inyectar más capital.

Como muchos otros comerciantes se han apoyado aún más en las herramientas
digitales (Instagram, Facebook y página web) y por estos canales avisan de las
promociones que realizan en días especiales. De acuerdo con el administrador, la comunidad ha sido muy receptiva y les ha colaborado mucho.

En el futuro quieren potenciarlo como un punto cultural de San Cristóbal y que sea reconocido en toda la ciudad; así mismo, esperan abrir en el día como un café-bar para que las personas puedan ir a cerrar negocios, estudiar e, incluso, llegar a ofrecer clases de música como jazz o blues.

José le hace una invitación a la comunidad: “Vengan a ALPUS, que hace parte de la cultura de los abuelos, los papás, los hijos y los que vendrán, porque hay generaciones de personas muy mayores que todavía vienen y niños que venían cuando yo estaba en el 2002 que tenían dos o tres añitos y hoy son grandes y me dicen que se acuerdan cuando yo los atendía y que la pizza tiene el mismo sabor. Son recuerdos bonitos que solo tiene ALPUS, los invitamos a que vuelvan”.

Reportería: Andrés Ospina y Daniela Uribe Naranjo.
Redacción: Daniela Uribe Naranjo. Fotografía: Julián Sanabria.

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